viernes, 31 de octubre de 2008

De las rocas

Las monjas le indicaron las medidas exactas que debía tener y el tema de la pintura-la Virgen María, San Juan Bautista niño, Uriel y el Niño Jesús. Aunque Leonardo cumplió con lo que habían solicitado, cuando entregó la obra la congregación reaccionó con horror, porque estaba llena de detalles explosivos y desconcertantes.
El lienzo mostraba a una Virgen María con túnica azul, sentada con un niño en brazos, el Niño Jesús. Frente a María aparecía Uriel, también con un niño, San Juan Bautista. Pero lo raro era que, en contra de la escena habitual en la que Jesús bendecía a Juan, en este caso era al revés: Juan bendecía a Jesús... ¡y éste se sometía a su autoridad!. La Virgen tenía una mano levantada sobre la cabeza de Juan en un gesto inequívocamente amenazador-con los dedos como garras de águila que sujetaran una cabeza invisible. Justo por debajo de aquellos dedos curvados de María, Uriel estaba detenido en un gesto que daba a entender que estaba cortando algo, como si estuviera rebanando el cuello de la cabeza invisible que la Virgen parecía sujetar con sus garras...

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