viernes, 19 de febrero de 2010

Crecen las canas

Traicioné al manto blanco, lo cambié por uno gris, casi negro. Pero aún así él es peor; mejor lugar no puede encontrar. Desde allí ve toda la ciudad, y ningún edificio cree estar siendo compartido. Nadie lo molesta o interrumpe. Marca sus huellas sin dar ningún tipo de explicación, pero sin dar descanso al cultivo de órdenes y reclamos. La barba que lleva al hombre es de un tono extraño, es molesta a la vista, pero inolvidable. Hay siempre algo de culpa en uno mismo, siempre. Preguntándole a un payaso, se descubre la verdad que se esconde detrás de las hojas de los helechos. Estoy más cerca de lo oscuro que del libro correcto. Y lo sabe, por eso me molesta recordándomelo. Pero el estómago le grita su parte. Y el otro día me enteré de una nueva.

(suma en su contra, por supuesto)

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