lunes, 8 de noviembre de 2010

Implacable

Un lugar donde no te defendés. Un lugar donde tan solo pensás y el viento se encarga de escribir tus conclusiones. Buscando un sistema abductivo de premisas, flechas y resultados para dirigir la mirada hacia un lado y no hacia el otro (donde estarías sentado). No encontrarás intención; tampoco juegues al desinterés, resulta casi imposible notar un bombardeo de plomo y no correr. Costumbre? Desacostumbrate. Obtendrás silencio entre cada lágrima, sólo eso. Es como una censura a la supervivencia, un grito en el cielo de un domingo lluvioso (pero no fresco). Aún quedan cosas que las amarramos a bases de cemento para que no se las lleve el viento.

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